Opinión: Soy
Por Pablo Secchi, Poeta, Escritor y Obrero sampedrino.
Porque atiendo las críticas que le hacen en estos tiempos. Principalmente aquellas bien intencionadas y concienzudas, aunque brotadas de broncas a veces justificables. A las otras, las que nacen del odio televisivo, sin el sustento de la lectura, ni el ejercicio crítico dedicado y permanente; por repetitivas, vacuas, e inconducentes, les paso de largo.
Por eso, y porque también tengo muchas críticas para hacerle (las hago), repito que soy Cristinista. Y así como digo que no me tatuaría su nombre ni en el lugar menos doloroso de mi cuero, y que bien haríamos en superar su otrora indispensable participación, hoy caída en perjudiciales mezquindades; digo que la reconozco y soy un agradecido de su corajuda acción política en el tiempo que le tocó, y que siempre estoy dispuesto a jugar con el fuego, y la quemazón de las consecuencias que acarreen lo que creo.
Como si nos faltaran gorilas, cipayos, galperines, cortesanos, mañetos, oligarcas, deloredos, majules, fachos, milicos, mirtosusanos, saltamontes, entreguistas, fríos y tibios, y qué se yo cuánta bosta más, bien definida e identificada para enfrentar; no sé desde qué altura intelectual de bellos ensueños gaseosos, ni a cuánta pulcra distancia del suelo, ni con qué amañados y lucidísimos discursos entre falsas oposiciones políticas, que para sus descomprimidos y luminosos análisis, serían en realidad connivencia entre partidos políticos para mantenernos sometidos in aeternum (pero con argumentos muy parecidos a los que esgrimen los históricos enemigos del pueblo), siempre a salvo del barro, me vienen seduciendo a que confunda entre el montón, a lo rescatable de los pocos defensores de mi tropa, metiendo en la misma bolsa que abren sus confortables elucubraciones, a la biblia con el calefón.
No, una vez más. Sigan esperando que se derrame del cielo la inmaculada y paradisíaca revolución anacrónica que creen merecer, encaramados no sé dónde, creyendo que reconocer la diferencia entre quienes rebajan el valor del pan a la mitad, pero sin lograr la reforma agraria, es de conformistas y mediocres, que, a nosotros mientras tanto, ese minúsculo hecho nos cambia para bien la vida (Y a ustedes también).
Una vez más: yo soy Kirchnerista-Cristinista; y aunque soy solo otro modesto albañil, conozco y reconozco el sentimentalismo estúpido, por eso, no confundan con un insustancial mareo amoroso mi postura política: sepan que se afirma en la convicción que nace del contundente empirismo, y el recuerdo reciente del bienestar de mis hermanos; que somos, el revés del puñadito de multimillonarios, las amplísimas mayorías populares.